Un aspecto central del pensamiento de Platón es su famosa teoría de las ideas donde encontramos desde una perspectiva metafísica, un dualismo ( Doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal) antropológico y cosmológicos que habrá de tener significativas repercusiones en la cultura occidental.
Según nuestro filósofo la realidad se encuentra escondida, separada en dos mundos, el mundo de las ideas, mundo metafísico donde se aloja la verdad, formando las ideas eternas, intangibles, invisibles, imperecederas e inmutables que no son sino entes metafísicos que constituyen el verdadero ser de las cosas. Este mundo ideal y perfecto que Platón ubica en un supramundo representa la auténtica realidad hacia la cual el filósofo debe elevar su pensamiento. A este mundo real, objetivo, perfecto captado por la razón, opone Platón otro mundo, el mundo de las apariencias: mundo imperfecto, sensible, cambiante, efímero y nada seguro, el cual es captado o conocido por medio de los sentidos.
A pesar de que estos dos mundos son opuestos hay una relación entre ellos; las ideas que moran en el topos urano (Región celeste) son como modelos o arquetipos de todas las cosas que vemos, que sentimos y tocamos aquí en la tierra, en este mundo concreto. Cada idea es un paradigma de las cosas que observamos, pero sin que estas cosas jamás alcancen la suprema perfección de la ideas.
Según Platón un paisaje que observamos y que captamos por nuestro sentidos, no es más que una réplica de un lugar ideal que existe en el reino de las ideas.
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